La anaplasmosis bovina resulta de la infección por Anaplasma marginale. Otra especie, A. centrale, puede producir un grado moderado de anemia, pero los brotes clínicos son muy poco frecuentes en el terreno. Anaplasma marginale es responsable de casi todos los brotes de enfermedad clínica. El organismo está clasificado en el género Anaplasma, perteneciente a la familia Anaplasmataceae, del orden Rickettsiales. La enfermedad suele ser transmitida por garrapatas vectoras, pero puede producirse una transmisión mecánica por picadura de insectos o por aguja. Los signos clínicos más marcados de la anaplasmosis son la anemia y la ictericia, esta última en una fase avanzada de la enfermedad. No se observa ni hemoglobinemia ni hemoglobinuria, lo que puede ayudar a diferenciar la anaplasmosis de la babesiosis, que suele ser endémica en las mismas regiones. Otros signos son la rápida pérdida de producción de leche y de peso, pero la enfermedad clínica sólo puede confirmarse mediante la identificación del organismo. Una vez infectados, los bovinos pueden ser portadores de por vida, y la identificación de estos animales depende de la detección de anticuerpos específicos mediante pruebas serológicas, o de ADN de rickettsias mediante técnicas de amplificación molecular. En varios países se utilizan vacunas vivas para proteger al ganado contra la infección por A. marginale. La vacuna contra Anaplasma centrale no es totalmente segura. Una recomendación práctica es restringir su uso, en la medida de lo posible, a los terneros. No se ha notificado infección por Anaplasma marginale en seres humanos.
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