La anemia infecciosa equina es una infección vírica persistente de los équidos. El agente causante, el virus de la anemia infecciosa equina, es un lentivirus de la familia Retroviridae, subfamilia Orthoretrovirinae. La anemia infecciosa equina está presente en todo el mundo. La infección, antes conocida como fiebre de los pantanos, se limita a los équidos. Muchos casos son clínicamente inaparentes. La enfermedad se caracteriza por episodios febriles recurrentes, trombocitopenia, anemia, pérdida rápida de peso y edema de las partes inferiores del cuerpo. Si uno de los ataques clínicos agudos no provoca la muerte, se desarrolla una fase crónica y la infección tiende a volverse inaparente. Los caballos infectados siguen siendo portadores de viremia de por vida y, salvo raras excepciones, dan resultado positivo en las pruebas serológicas. Aunque los niveles de anticuerpos fluctúan, la infección por el virus de la anemia infecciosa equina genera una respuesta de anticuerpos persistente. Todos los équidos de más de 12 meses que dan un resultado seropositivo se identifican como portadores del virus. Como reservorios del virus, los équidos infectados constituyen un riesgo de transmisión para otros équidos. El virus se transmite principalmente por la sangre. Las moscas picadoras son vectores mecánicos del virus en la naturaleza y la infección suele propagarse por vías iatrogénicas. Actualmente no hay vacunas disponibles. La estrategia de control de la anemia infecciosa equina ha pasado de la vacunación a la cuarentena para evitar la interferencia de los anticuerpos vacunales con las pruebas de diagnóstico. El virus de la anemia infecciosa equina no se considera un riesgo para la salud humana.
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