La piroplasmosis equina es una enfermedad protozoaria transmitida por garrapatas que afecta a caballos, mulos, burros y cebras. Los agentes etiológicos son los hemoparásitos denominados Theileria equi y Babesia caballi. Se han identificado aproximadamente catorce especies de garrapatas de la familia Ixodidae de los géneros Dermacentor, Rhipicephalus y Hyalomma como vectores transestadiales de B. caballi y T. equi, aunque ocho de estas especies también podían transmitir infecciones de B. caballi de forma transovárica. Los animales infectados pueden seguir siendo portadores de estos hemoparásitos durante largos periodos y actuar como fuentes de infección para las garrapatas vectoras. Estos parásitos también se propagan fácilmente a través de instrumentos contaminados con sangre. Los signos clínicos de la piroplasmosis equina suelen ser inespecíficos y la enfermedad puede confundirse fácilmente con otras afecciones. La piroplasmosis puede presentarse en formas hiperagudas, agudas y crónicas. Los casos agudos son más frecuentes y se caracterizan por fiebre, que suele superar los 40°C, disminución del apetito y malestar, aumento de la frecuencia respiratoria y del pulso, congestión de las mucosas y deposiciones fecales más pequeñas y secas de lo normal. Los signos clínicos en los casos subagudos son similares. Además, los animales afectados muestran pérdida de peso y la fiebre es a veces intermitente. Las membranas mucosas varían de rosa pálido a rosa, o de amarillo pálido a amarillo fuerte. También pueden ser visibles petequias o equimosis en las membranas mucosas. Los movimientos intestinales normales pueden disminuir ligeramente y los animales pueden mostrar signos de cólico leve. A veces se produce una leve hinchazón edematosa de la parte distal de las extremidades. Los casos crónicos suelen presentar signos clínicos inespecíficos como inapetencia leve, bajo rendimiento y descenso de la masa corporal. El bazo suele estar agrandado en el examen rectal. Se ha notificado una forma hiperaguda poco frecuente en la que los caballos se aparecen muertos o moribundos. No hay vacunas disponibles. No se ha demostrado que la piroplasmosis equina sea zoonótica.
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