La pandemia de COVID-19 ha demostrado que los brotes de enfermedades infecciosas —ya sean naturales, accidentales o intencionales— pueden paralizar el planeta y tener repercusiones sin precedentes en todos los ámbitos de la sociedad.
Ahora que la comunidad internacional lucha unida contra la COVID-19, también debe prestar atención a la advertencia del Secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, de que «las debilidades y la falta de preparación expuestas por esta pandemia muestran la forma en que podría desarrollarse un ataque bioterrorista, y pueden incrementar sus riesgos». Aunque las amenazas del bioterrorismo y las armas biológicas son abrumadoras, no son algo nuevo, y, por ende, la buena noticia es que la comunidad internacional sabe cómo afrontarlas. Desde hace casi dos decenios, el Programa para la reducción de la amenaza de las armas (WTRP) de Canadá y otros miembros de la Alianza mundial contra la proliferación de armas y materiales de destrucción masiva dirigida por el G7, han estado trabajando en la interfaz salud–seguridad para llevar a cabo programas de fortalecimiento de las capacidades y reducir las amenazas biológicas mundiales.
Nos alegramos de que los programas ejecutados por Canadá y otros miembros de la Alianza Mundial, compuesta por 31 países, estén contribuyendo actualmente a la respuesta mundial a la COVID-19. Esto incluye una asociación de larga data entre el WTRP de Canadá y la Dirección de Servicios veterinarios de Ghana, con el apoyo de la Agencia de inspección alimentaria de Canadá, que ha facilitado la realización de pruebas de detección de la COVID-19 en Ghana.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) ha desempeñado un papel fundamental en la consecución de éxitos como este. Durante más de un decenio, la OIE y la Alianza mundial han colaborado para fortalecer la bioseguridad mundial. Juntos, hemos trabajado para mantener el mundo libre de la peste bovina, para convocar conferencias mundiales sobre la reducción de las amenazas biológicas, para proteger a los países del agroterrorismo y para diseñar laboratorios más sostenibles [6].
Los sectores veterinario y de seguridad pública han obtenido grandes logros juntos, pero aún queda mucho por hacer para alcanzar nuestro objetivo común de prevenir, detectar y responder a las amenazas sanitarias en todas sus formas.
Un artículo del Boletín de la OIE: leer el original